Nueva Troya, semana criolla del año X.
Queridos lectores, una vez más nos acercamos a ustedes con nuestro periódico tan querido.
Esta vez, y aprovechando estos tiempos de festividades patrióticas y nuestras; decidimos evocar en este editorial, la figura sobresaliente de nuestro primer y más grande musiquero popular.
Fúe Don Pepe, aquel elegante joven patricio, habitante por motu propio de nuestras campañas, vaquero y paseandero, el "coquito de la Banda Oriental".
Nacido en la ciudad amurallada (Nueva Troya, por supuesto), quizo correr libre por las praderas... y es así que a la edad moza (15años) fugó de sus tutores, y emprendió una vida errante de gaucho traficante y corambrero.
En estos menesteres fué que nuestro máximo exponente del canto patrio, se hizo hombre. Y como ya se sabe, quien se cria salvaje, será más libre que sus semejantes.
Fue entonces, Don José, un hombre libre desde su pubertad, conoció los placeres sensuales que encierra la vida suelta de campaña. Nunca perdió el espíritu ni la algería de vivir, y lo que es más importante, derrotó sus excesos desde temprano, eliminando de su persona todos los vicios que se le presentaron y que lo hubieran hecho descender en su categoría de hombre.
Este ejemplar patriota nuevatroyano, fué rápidamente amado y admirado por todo el joven criollaje que lo seguía y lo rodeaba en cada lugar, en cada pago donde su presencia brillaba con fulgor propio.
Es que Artigas estaba destinado a ser un gran hombre. El tiempo lo diría.
Por el momento, y en espera de hazañas futuras, nuestro retratado de hoy, era un joven inquieto y sociable, amigo de los bailes, las fiestas, las cuereadas; fecuentador de pulperías y cascos de estancia, donde supo tener más de una querida...al mismo tiempo.
El principal rasgo que queremos destacar en este breve recuento de su historia, es el gran prestigio que adquirió José como músico, tocador de acordeón.
Es que él fué el primero y el mejor de todos los tocadores de aquel tan exótico instrumento. Lo introdujo él mismo, adquiriéndolo en buena ley de un marino alemán con quien hiciera negocios de contrabando de cueros, allá por las costas de Soriano.
El fué, como decíamos, el primero y el mejor tocador de acordeón. Y esa ventaja le permitió estar presente en la mayoría de las fiestas criollas, siendo en todas figura central y principal atracción. Todos querían escuchar al Pepe.
Animó más de un casorio, también, y fué la estrella en las pencas corambreras de toda la región( ¡se dice que su renombre llegó a las cortes imperiales de ultramar!).
Su carrera, sin embargo fué breve, y se vera enseguida porqué...
En el transcurso de los primeros tiempos como músico ambulante, Don José se limitó a tocar las músicas tradicionales, más luego y tras adquirir experiencia, fué perfeccionando su oficio, de tal suerte que pasados 5 años de actividad, se puede decir que dominaba todos los aspectos artísticos a la perfección... ¡hasta que decidió agregarle voz a sus melodías!.
Las cifras( forma poética castellana), fúeron las elegidas por Artigas para "decir"su poesía. Y el escándalo susitado por éstas no fué su falta de métrica ¡ NO!...
¡¡¡El joven musiquero oriental y nuevatroyano fué CENSURADO por las autoridades de la época quienes vieron en sus cifras un alegato anarquista, unas prédicas libertarias y anticlericales que significaban un real peligro para su santa madre imperial!!!
Así fué que paulatinamente, y tras un breve período de músico clandestino, Don José, abandonó el acordeón y empuño el sable, para combatir más efectivamente a sus enemigos.
Pero esa ya es otra historia.
Como corolario queremos dejar constancia de nuestra búsqueda infructuosa en los archivos de la nación, en pos de cualquier material impreso que diera cuenta de tal brillante actividad juvenil de Don José Artigas.
Hasta la fecha no se han encontrado registros de su arte poético.
Una verdadera lástima.
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